POESÍA
- Territorio (1985)
- Las aguas detenidas (1988)
- Una oculta razón (1991)
- A debida distancia (1993)
- Ensayando círculos (1995)
- El reino oscuro (1999)
- Mecánica terrestre (2002)
- Desde fuera (2008)
- Plasencias (2013)
- Más allá, Tánger (2014)
- El cuarto del siroco (2018)
- Extremamour (2022)
- Sobre el azar del mapa (2023)
En Las aguas detenidas se aúnan dos características esenciales a la verdadera poesía: se nos revela un mundo propio mediante un particular modo de decir. Con desusado rigor, Álvaro Valverde nos ofrece un libro donde confluyen mirada y memoria. Mirada a través de la cual entrever -vislumbrar- las meras apariencias de los seres y las cosas, un instante, fijando -más allá- su presencia fugaz en palabras. Memoria que esconde, tras su carga de recuerdos y su vana materia de traiciones y olvidos, la intensidad de la búsqueda, la lucidez del hallazgo.
Las aguas detenidas. Hiperión, Madrid, 1989.
«Una oculta razón denota una gran madurez y una sabiduría psicológica poco común en autores de su edad. Confieso que cuando leí el libro pensé enseguida que detrás de esos poemas se escondía una novela, un argumento novelesco que provenía de alguien que ha vivido mucho. Poéticamente atesora una austeridad y una sobriedad que entronca más con la poesía inglesa que con la latina, pero que se ocupa de un tema tan propio de la modernidad como el de la soledad: el hombre frente a sí mismo, el hombre en su cuarto, en su jardín, el hombre a solas con sus recuerdos, con su infancia perdida.»
Octavio Paz
Una oculta razón. Visor, 1991 (IV Premio Fundación Loewe).
A debida distancia enriquece el universo poético de su autor con nuevos temas y experiencias, entre los que destacan los motivos viajeros, que abren sus poemas a otros ambientes, situaciones, y paisajes, y dotan a su escritura de una nueva dimensión cosmopolita.
A debida distancia. Hiperión, Madrid, 1993.
«Los poemas de Ensayando círculos son», en palabras de Antoni Marí, quien dirige esta colección, «espacios donde la presencia del hombre se afirma frente al olvido y el tiempo. Nada permanece, y todo cambio es, al fin, ruina, recuerdo y renuncia. Sin embargo, la voluntad de permanencia que impone la existencia es la que ofrece sentido a la vida y al mundo: permite reconstruir el lugar donde aconteció el privilegio de la memoria y donde fue posible reconocerse, por un instante, en el lugar decisivo, en un centro convincente.» Y añade: «Las tentativas para acordar la razón con el deseo y el recuerdo con la esperanza son modos de afirmación de la existencia, formas de sobrevivir y sobreponerse al vacío y al olvido. Son tentativas que abren espacios a la reflexión sobre el ser del hombre, su fragilidad y su constancia».
No en vano, el propio Valverde escribe en un breve texto, «Mínima poética»: «Como otros con el ajedrez, el fútbol o la papiroflexia, uno encuentra en la poesía un método de conocimiento de sí mismo y del mundo, una manera de decir y de decirse, de entender y de entenderse, de mirar, en suma». Por eso él cree «en la necesidad de la poesía, no en su utilidad»…
Ensayando círculos. Tusquets Editores, Barcelona, 1995.
El reino oscuro, un breve libro que publicó la Editora Regional de Extremadura en 1999, es en realidad un extenso poema dividido en fragmentos o, mejor, en cantos.
Está inspirado en la mítica comarca altoextremeña de Las Hurdes. Valverde trabajó allí durante unos años, en un Centro de Profesores y de Recursos que se denominaba “de Caminomorisco” pero que dirigió en sus sedes sucesivas de Cambroncino y Torrecilla de los Ángeles.
Antes, en el verano del 93, pasó unos días en Pinofranqueado con su familia. Esa estancia es la que fundamenta este poema que, entre otras cosas, narra un viaje. Por ese territorio que quisieron maldito y por sus alrededores: la Peña de Francia, La Alberca o Ciudad Rodrigo.
En el canto cuarto, por ejemplo, se constata que el personaje que protagoniza el poema que comienza “he llegado”. De inmediato, una referencia a uno de sus lugares de la memoria: el desierto de Las Batuecas (que estuvo a punto de adquirir, cuando estaba abandonado, el director de cine Luis Buñuel). Y, ya allí, evoca a Yuste, otro monasterio, y los jardines del Palacio del Duque de Alba en Abadía (a las afueras del pueblo cacereño), los primeros renacentistas de España, por donde pasó el mismísimo Lope de Vega (en su “Descripción” leemos: “Cantaré del jardín del Abadía…”). “Qué lugares / -evocados o vistos- nos contienen”, se pregunta. Estos, sin duda. En plena naturaleza, se reconoce como parte de la tierra, de ahí que haga suyas las razones de Anteo, fundador de Tangis o Tánger (entonces no sabía que iba a dedicarle un libro entero a esa ciudad), que reanimaba sus fuerzas de gigante con ese esencial elemento del que era hijo.
El reino oscuro. Editora Regional de Extremadura, Mérida, 1999.
Tras la publicación en 1995 de Ensayando círculos (Marginales 142), Álvaro Valverde vuelve ahora a estos Nuevos textos sagrados con nuevo poemario, Mecánica terrestre, que enlaza con su obra anterior y prolonga algunas de las claves principales de su poética, y que ya desde el título alude a los cifrados mecanismos que nos hacen ser eternos perplejos frente al mundo. La escritura como el espacio en el que se materializa la memoria, el poema como recipiente de la reflexión del poeta sobre el hecho creativo, su desdoblamiento en el acto de escribir, la configuración de lugares como el jardín o la casa como escenarios a partir de los cuales se procede a la búsqueda de lo absoluto, o el tema del viaje por la vida y por los libros, son algunas de las nociones esenciales de la poesía de Álvaro Valverde que reencontramos en esta obra. Estructurado en cuatro partes, con un pórtico que subraya el desdoblamiento de la escritura poética (In limine), el lector encontrara en el libro poemas donde la mirada es la base del contenido meditativo de los textos (Mecánica terrestre), otros de más largo aliento, suspendido, cuya forma recurrente y visionaria es todo un símbolo del conjunto (Los lugares del sueño), la novedad de las seis composiciones amorosas de Palabras privadas, y otros textos de homenaje y recreación, mas apegados a circunstancias de vida y de lecturas (Relación de los hechos), que cierran este libro de una de las voces poéticas más valoradas del panorama reciente de la poesía española.
Mecánica terrestre. Tusquets Editores, Barcelona, 2002.
¿Un libro de madurez es el que repite los mismos logros que el autor consiguió en textos anteriores o aquel que lo arrastra hasta lo que de modo consabido llamaríamos «borde del precipicio» para que mire lejos y, mientras, se mire a sí mismo? Sea cual fuere la respuesta, todo verdadero libro de madurez sería, o debería ser, un libro a medio camino entre el pasado y el futuro, entre los caminos transitados y los senderos aún por andar. Y éste, Desde fuera, lo es. Un libro, además, de fusión también de poéticas, de visiones aparentemente discordantes de la poesía española reciente, una de cuyas voces más personales es, sin duda, la de Álvaro Valverde. Un libro que sabe ser a la vez, si el lector quiere llegar hasta al centro de lo verdaderamente importante y no a su retórica, «esencialista» y «existencialista». Desde fuera es también, siguiendo este cauce descriptivo y falsamente dicotómico, desde dentro. Los poemas «de viaje», de exterior, se vuelven sobre sí mismos, como antes, frente al vacío, junto al abismo, para indagar en los interiores de la vida, de las vidas; los poemas «de interior» iluminan, con sus silencios y también, por qué no, con sus miedos, esas mismas vidas lejanas y exteriores. Una de las acepciones de esencialista nos dice que lo es también aquel que defiende a ultranza determinados valores y creencias. Y no podremos dejar de pensar en ello al conocer la alta poesía moral de los versos de «Imaginario» o de «Entonces la muerte». Con ellos, a través de ellos, los mejores lectores muy pronto se darán cuenta, a medida que lean y relean, que éste –el más intenso poemario de Álvaro Valverde desde Una oculta razón– es uno de los grandes libros del presente «poético» en castellano, un verdadero libro de madurez.
Desde fuera. Tusquets Editores, Barcelona, 2008.
Plasencias -cuyo título remite, a modo de homenaje, al Venecias de Morand- es un libro singular y melancólico sobre una ciudad que es una y múltiple; real e imaginaria; de la memoria más que del presente; una ciudad, en fin, que es, o aspira a ser, todas las ciudades.
Sin nombrarla, Plasencia ha estado siempre presente en las sucesivas entregas de Álvaro Valverde; sin embargo, sólo ahora aparece de forma explícita y, con ella, en una suerte de guía, algunos lugares significativos y otras azarosas circunstancias de la vida de un hombre que ha permanecido durante muchos años encerrado entre sus “cálidas murallas”, por decirlo con palabras del poeta Aníbal Núñez.
Escrito desde una mirada contemplativa, entre el amor y el odio, con un deliberado tono conversacional y autobiográfico, Plasencias vendría a establecer que lo local, como afirmara Dewey, es “lo único universal”.
Plasencias. De la Luna Libros, Colección Luna de Poniente, 2013.
Los recuerdos de una mujer que se reencuentra con una ciudad mítica, y el torrente de sensaciones de un hombre que llega allí por primera vez.
En Más allá, Tánger se entrecruzan dos voces: la que podríamos llamar del narrador y la de una mujer, protagonista del relato. Sí, un hilo narrativo gobierna estos poemas que, por otra parte, no renuncian a ser lo que son: poesía. Más allá, Tánger surge de un viaje o, mejor, de dos que confluyen en un mismo destino. El de la mujer que vuelve muchos años después a la ciudad donde nació y el del hombre que la visita por primera vez. En todo caso, una y otro retornan juntos a ese lugar, pues los recuerdos de ella han acabado convirtiéndose en parte de la memoria de él.
Más allá, Tánger. Tusquets Editores, Barcelona, 2014.
En las casas patricias sicilianas había una habitación donde las familias nobles se guarecían mientras soplaba el temible siroco, impetuoso viento del sudeste que atraviesa el Mediterráneo procedente de los desiertos del norte de África. La stanza dello scirocco, en italiano, era un refugio que se puede interpretar tambien como metáfora de la poesía. Y de la vida, que es lo mismo. No en vano Leonardo Sciascia se preguntaba si ese cuarto no existía para «defenderse del pensamiento de la muerte». Luis Landero dejó dicho que los libros son «los mejores y más seguros escondrijos». La poesía puede servir de defensa contra el viento furioso de la existencia. Estos poemas querrían servir a sus lectores siquiera como precario cobijo ante la adversidad.
El cuarto del siroco. Tusquets, 2018 (II Premio Nacional de Poesía «Meléndez Valdés»).
LA EXTREMADURA DE EXTREMAMOUR
Por Álvaro Valverde
«No es habitual que alguien que escribe poesía –un arte pobre por naturaleza, destinado a la inmensa minoría– y vive retirado, como quien dice, en provincias reciba un buen día una carta donde un lector desconocido que vive en el extranjero le confiese que admira sus versos y, para colmo, le proponga participar en una bonita aventura. No es común, pero sucede. Para demostrarlo existe Extramamour, ideada por Jorge Cañete, ese apasionado lector al que acabo de referirme.
El amor a Extremadura, esta remota y fronteriza región del suroeste de Europa, mueve la empresa fotográfica y poética en la que Cañete nos ha embarcado, ya digo, a Patrice Schreyer y a mí. Con casa en Trujillo (el precioso pueblo de mi abuela materna), sus frecuentes estancias en esta tierra aún por descubrir para tantos le animaron a proponer al fotógrafo que la visitara cámara en mano. Eso ocurrió los últimos días del pasado año. Su periplo fue breve pero intenso. Entre otros lugares, estuvieron, además de en Trujillo, donde establecieron su campamento base, en Logrosán, Medellín, Monfragüe, Mérida, Guadalupe, El Palancar, Cáceres, Arroyo de la Luz y Puebla de Alcocer. En esos sitios tomó Schreyer las imágenes que forman parte de esta exposición.«
Plasencia, agosto de 2022
Extremamour. Con fotografías de Patrice Schreyer. Editora Regional de Extremadura, Mérida, 2022.
La vida como viaje es un motivo que atraviesa toda la obra de Valverde desde su primer libro, Territorio. De un alejandrino de esa obra inaugural toma el título esta nueva entrega que consta de dos cuadernos de viaje: «Cuaderno de Sofía» (dedicado a la capital búlgara) y «Cuaderno suizo» (dedicado a las ciudades de Grandson y Ginebra). El primer cuaderno es fruto de un viaje accidental que impresionó profundamente al autor, y sus versos surgen casi como impromptus. En el segundo cuaderno, dedicado a Suiza, recoge, a modo de homenaje, algunos textos inspirados en poetas que vivieron o tuvieron relación con esa ciudad literaria y cosmopolita que es Ginebra. Así, el argentino Jorge Luis Borges (que allí murió y está enterrado) y los españoles María Zambrano (pensadora de la razón poética), José Ángel Valente, Alfonso Costafreda, Pere Gimferrer y Aquilino Duque; todos confluyen en esos versos que festejan la lírica y el descubrimiento del viaje a la par.
Sobre el azar del mapa. Ed. Tusquets. Col. Nuevos textos sagrados, 2023.
La crítica opina
«Álvaro Valverde, poeta de palabra clara, serena, reflexiva, confirma con esta nueva obra de madurez que es uno de los nombres mayores de la poesía actual española». Fernando Aramburu
«El poeta extremeño ha modelado, libro a libro, casi poema por poema, una poética de la cercanía, una defensa del aquí que caracteriza ya su escritura como un territorio de “resistencia íntima”, para decirlo con palabras del ensayista Josep María Esquirol». Tomás Sánchez Santiago
DOS POEMAS DE SOBRE EL AZAR DEL MAPA
ME gustan
las ciudades decadentes.
Cádiz, Palermo, Nápoles,
Tánger, Trieste, Lisboa…
Las que no son perfectas:
por limpias, ordenadas,
con viviendas intactas
y avenidas extensas.
Sofía, como aquellas,
tiene casas en ruina,
con muros desconchados,
tomadas con total alevosía
por la humedad y el abandono.
También por los grafitis.
Casas, a veces,
con jardines cerrados
que invitan al misterio.
Y hay suciedad
y solares y obras
que no concluirán nunca.
En suma, una desidia
que ni la nieve oculta.
Tal vez por eso
me gusta esta ciudad
donde el viajero
no transita, impecable,
por un parque temático.
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DESDE que lo leí por vez primera
me obsesiona el poema «Cuestiones de viaje»,
de la bostoniana Elizabeth Bishop.
Nunca ha dejado de estar en mi memoria
ni de interpelarme sus preguntas.
No hay viaje que no me lo recuerde.
Tras descubrir Brasil,
nuestra poeta inquiere, por ejemplo,
si hubiese sido mejor quedarse en casa
e imaginar ese lugar.
De ser así, tampoco
estaríamos nosotros aquí.
Nos acomete la misma inmadurez:
la de mirar el sol desde esta orilla,
por más que brille ahora por su ausencia.
No nos basta con soñar nuestros sueños:
debemos vivirlos también.
Ella evoca a Pascal, esas desgracias
que derivan del hecho de ser incapaces
de no quedarnos solos y tranquilos
en nuestro propio cuarto. Se interroga:
¿Es falta de imaginación lo que nos obliga a venir
a lugares imaginados, en vez de quedarnos en casa?
Estamos en Sofía, pero podría ser
en cualquier parte.
Con ella, por fin, nos cuestionamos:
¿Deberíamos habernos quedado en casa,
dondequiera que eso quede?
Y en su formulación retórica,
no encontramos al cabo la respuesta.